La curación de Ekaterina Mazhula
Durante muchos años estuve enferma de la espalda. La enfermedad progresaba. El dolor causaba la sensación constante de que llevaba una carga pesada sobre mi espalda. Estando acostada en el sofá, para voltearme de un lado al otro, tenía que cogerme de un tubo de la calefacción, que pasaba por donde estaba mi sofá. Solo así podía voltearme. Tenía la sensación de que mi columna estaba tiesa como un palo. Para inclinarme, por ejemplo, para ponerme los zapatos, tenía que doblar la espalda, haciendo un esfuerzo para superar el dolor. Podía realizar trabajos en el jardín y en la casa en una posición inclinada sólo durante corto tiempo. Luego, venían los dolores fuertes en la espalda, y me veía obligada a interrumpir mi trabajo. Podía trabajar mientras estaba en la cocina, de pie cerca de la mesa, pero solo por corto tiempo. Sentía que todas las vértebras se apretaban unas con otras con dolor. Por supuesto que me cansaba mucho, me comenzaba a doler la cabeza y el corazón, me veía obligada a dejar el trabajo, las cosas urgentes y me iba a dormir. No podía estar sentada en una silla durante mucho tiempo, pues me comenzaban unos dolores muy fuertes. No podía volver la cabeza. Si quería mirar hacia otro lado o hacia atrás, me veía obligada a mover todo el cuerpo a la vez. El médico me diagnosticó la enfermedad de Espondilitis Anquilosante o sea el Mal de Bechterew-Strümpell-Marie.
La Espondilitis Anquilosante, también conocida como mal de Bechterew-Strümpell-Marie, es una de las formas más frecuentes de espondiloartropatías, que afecta primariamente a la espina dorsal o espalda. El término "espondil" hace referencia a la espina dorsal, "itis" significa inflamación y anquilosante es un término que proviene de la palabra griega ankylos y significa soldadura, fusión. Es un proceso reumático inflamatorio crónico, en el cual las articulaciones y los ligamentos que normalmente permiten a la espina moverse y flexionarse se inflaman causando dolor y rigidez. Afecta principalmente a las articulaciones vertebrales en general y a las sacroilíacas -encargadas de unir la columna vertebral con la pelvis-, en particular. Generalmente comienza en la parte baja de la espalda y con el tiempo, la enfermedad puede progresar a la espina superior, pecho y cuello. Dado que la columna vertebral y las estructuras que la sostienen se ponen rígidas, una persona comience a encorvarse. Con el tiempo, toda la espalda puede curvarse y volverse inflexible si se fusionan los huesos, lo que se conoce como "columna de bambú". También pueden ser afectados otros órganos como los riñones, corazón y pulmones ("Enciclopedia Médica").
Esta enfermedad la heredé de mi mamá. Ella, desde temprana edad caminaba en una posición encorvada y no pudo enderezarse hasta el final de su vida. Ella siempre sufría de dolor en la espalda.
Observando los síntomas de esta enfermedad, me preocupaba por lo que podía suceder después, si es que mi vida se prolongaba. Veía un futuro como discapacitada. Con esta preocupación en mi corazón, le pedí misericordia al Señor Dios que me ayudara. Yo nunca le hablé a nadie de mi enfermedad, pensaba aguantar un poco más y luego pedir a los ministros de nuestra Iglesia, para que oraran a Dios por mi curación. Yo tenía la fe en la curación, ya que muchas veces había sido testigo de como con una sola oración de los ministros de la Iglesia de Kovel, Dios había curado a muchos.
Y así, el 24 de mayo de 2005 el ministro espiritual de nuestra Iglesia durante la conversación me preguntó qué me dolía. Al principio, por lo inesperado de la pregunta, sentí vergüenza, pero luego me di cuenta de que Dios le había revelado el secreto de mi enfermedad, y por primera vez hablé sobre mi sufrimiento. Allí mismo, a petición mía, el ministro hizo una oración por mí. Después de la oración, saliendo de casa, inmediatamente me di cuenta de que no sentía ningún dolor en la espalda. Me sorprendí mucho de que Dios me había curado al instante, a través de una oración del ministro de Dios. Sigo sorprendiéndome, porque ya no siento dolor en la espalda, bajo ninguna circunstancia, incluso después de trabajar en el campo durante muchas horas sin enderezarme. Los médicos después del examen confirmaron que estaba sana. Esta conclusión está escrita en mi expediente médico. Mirando Rayos X, el médico radiólogo dijo con admiración: “¡Quiera Dios que todos tuvieramos una columna vertebral así!”
¡Gloria al Gran Dios el Padre y al Hijo Jesús Cristo y al Espíritu Santo Que obra poderosamente en Su pueblo! ¡Amén!
Ekaterina Mazhula
Kovel, Ucrania
Volver a la lista »
|