"Очи мои всегда к Господу, ибо Он извлекает из сети ноги мои. Призри на меня и помилуй меня, ибо я одинок и угнетен. Скорби сердца моего умножились; выведи меня из бед моих, " (Псалтирь 24:15-17)
"После сих дней зачала Елисавета, жена его, и таилась пять месяцев и говорила: Так сотворил мне Господь во дни сии, в которые призрел на меня, чтобы снять с меня поношение между людьми. В шестой же месяц послан был Ангел Гавриил от Бога в город Галилейский, называемый Назарет, " (От Луки 1:24-26)
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Muchos dan gracias por la ayuda de Dios y por las curaciones que han recibido de Dios. Si lo desea, únase a nuestras oraciones dominicales y oraremos por sus necesidades (petición de oración), si eso no contradice la Voluntad de Dios. El ministerio de oraciones entregado por Dios a la Iglesia de Kovel, fundada en 1924 son las oraciones dominicales por todo el mundo.
DIOS DIJO EL NÚMERO DE TELÉFONO
Me enganché en una piedra, me caí y me lesioné el hombro. La clavícula me sobresalía por arriba y causaba un intenso dolor, mi brazo colgaba como un látigo. Me llevaron al hospital. Después del examen médico y de rayos X se me diagnosticó fractura cerrada del extremo acromial de la clavícula derecha con rotura de los tendones. Puesto que la fractura era muy complicada, me enviaron con urgencia para una cirugía, para fijarme los huesos rotos con clavos, tornillos, varillas de metal y coserme los tendones rotos. El médico explicó que si esta operación resultaba ineficaz habría que hacer otra operación, un injerto de hueso, seleccionando un injerto óseo adecuado. No había garantía de que recuperaría las funciones del brazo. Todo eso costaría un montón de dinero. La operación se debería realizar bajo anestesia general, y yo tenía que dar mi consentimiento por escrito. Yo estaba inquieto, preocupado por el dolor intenso.
Antes de la operación, decidí consultar con el ministro de la Iglesia de Kovel. Cuando lo conocí, le conté todo. Él me escuchó y después de poco tiempo me dijo que no había necesidad de someterse a una operación, que solamente era necesario fijar el hombro con un cabestrillo especial, y que el Mismo Dios haría crecer los huesos y los tendones. Fui de nuevo al traumatólogo para ver si había un especialista que me hiciera un cabestrillo de ese tipo, pero él respondió: “Ningún vendaje ayudará, es necesario hacer una operación.”
Yo estaba en un estado de confusión. Pedí que me llevaran a casa. En este momento el ministro de nuestra iglesia vino a verme y me preguntó si había encontrado a un especialista para que me hiciera el vendaje especial. Le respondí que no había encontrado. Alguien de los presentes recordó que había un quiropráctico que hacía vendajes para fracturas. El pueblo donde él vivía quedaba a una distancia de, aproximadamente 100 kilómetros de mi casa. Unos conocidos me dieron su número de teléfono, pero este número no contestaba. En el servicio de información, decían que ese número estaba fuera de servicio. Nos sentamos todos en silencio para pensar en qué había que hacer luego. En este momento, Dios le dijo al ministro de la Iglesia de Kovel el número de teléfono al que era necesario llamar. El ministro levantó el teléfono y empezó a marcar con confianza ese número. Respondió una muchacha. El ministro le preguntó si en su pueblo vivía un quiropráctico. Ella le contestó que sí, vivía, pero que su casa quedaba lejos de la suya. El ministro de la iglesia pidió a la chica que llamara a uno de sus padres. Ella dijo: “lo llamaré.” Y de pronto, informó contenta: “El quiropráctico viene por el camino cerca de nuestra casa.” El ministro dijo: “Si es posible, por favor llámalo que se ponga al teléfono.” Y por teléfono se escuchó la voz de un hombre que era aquel mismo quiropráctico, que estábamos buscando. Cuando se enteró de como lo encontramos, se quedó muy sorprendido y dijo que su teléfono sin funcionar desde hace varios meses, y que vivía a un kilómetro de distancia. Dios vio que el quiropráctico pasaría cerca de esa casa, por lo que con precisión Divina hizo todo para que nuestro encuentro tuviera lugar y se cumpliera lo dicho anteriormente, de que había que fijar el hombro con un cabestrillo especial, y el Mismo Dios haría crecer los huesos y los tendones.
Ese mismo día me llevaron al quiropráctico. Él me puso un vendaje apretado con una tira de tela larga (20-25 metros) y me dijo que no moviera el brazo los sesenta días que crecería el hueso (los huesos se fusionan tantos días como años tenga la persona). Cuatro días más tarde la hinchazón había bajado y el vendaje se había aflojado, así que tuve que volver a ver al quiropráctico para que me vendara de nuevo. Él trató de corregirlo pero de repente sorprendido dijo: “El hueso ya se ha curado!” Más tarde me enteré de que muchas personas con este tipo de fracturas, fueron operadas sin éxito por los médicos, incluso en el extranjero, y se les pudrieron los huesos y las funciones del brazo no se restablecieron durante meses o incluso años. Tuvieron que operarse de nuevo, pero se quedaron discapacitadas.
¡Así fue como el Gran Dios hizo un milagro – me curó y me liberó de muchas desgracias!
Pronto fui al médico que me había enviado para la operación, y dije: “¡Alégrate conmigo, Dios me ha curado!” Miró mi brazo curado, se sorprendió mucho y dijo: “¡Está bien!” Un mes más tarde, yo ya levantaba cosas pesadas con seguridad y hacía todo como antes, sin ninguna restricción. ¡Las funciones de mi brazo se habían restablecido por completo!
¡Gloria al Gran Dios Vivo! ¡Amén!
Eugen
Kovel, Ucrania
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