LAS CURACIONES DE VERA SAVLUK Y DE SU MADRE
En primer lugar, quiero contar cómo Dios, en 1968, cambió mi destino y me hizo feliz. Esto ocurrió cuando Dios curó a mi mamá, María Savluk. Entonces, conforme a la palabra de Dios, a través de una oración de Su pueblo, ella se curó al instante. Antes de esto mi madre llevaba varios días acostada como muerta, no reaccionaba a nada, ni siquiera al tocarle los ojos, permanentemente abiertos y vidriosos. Desde entonces, nuestra familia se hizo creyente y pertenecemos a la Iglesia de Kovel, en donde Dios obró y continúa obrando hoy en día. A mi me complace dar testimonio acerca de esto.
En el año 2000, descubrí en mi seno izquierdo una bolita del tamaño de una avellana. Más o menos al año el tumor aumentó ligeramente y parecía estar dividido en dos. Después de una revisión médica el 3 de mayo de 2001, el médico de la localidad, habiendo examinado los resultados de mis pruebas, me envió al oncólogo. El 5 de mayo de 2001, los oncólogos me diagnosticaron mastopatía mixta bilateral, fibroadenoma de mama izquierda. Con este diagnóstico me enviaron a una mamografía. Habiendo estudiado las imágenes, dos oncólogos confirmaron el diagnóstico e inmediatamente el 7 de mayo de 2001 me inscribieron en el registro oncológico, sin decirme nada reconfortante. Yo me negué a la operación. El doctor dijo: “¿Qué estás esperando? ¿Esperas que te salga hasta la nariz?” Yo le contesté: “¡Dejaré que Dios me salve de esta!” En el corazón no había ninguna esperanza de que la medicina me ayudaría. Así que no seguí las recomendaciones, ni tomé los medicamentos asignados.
Tenía que ir a ver al oncólogo mensualmente para que me examinara. En uno de esos exámenes, el médico sacudió la cabeza y me dijo estrictamente que volviera dentro de un mes, sin falta. Pero, esta fue mi última visita, porque dentro de un mes, a pesar de que fui a la clínica, no entré al consultorio del oncólogo. Ya no podía hacerlo. Más de una vez había visto allí a muchas mujeres sin esperanza con lágrimas en los ojos, entrar en el consultorio y salir de allí aún más tristes. Entonces me hice una pregunta: ¿qué hago yo aquí, siendo creyente? Después de todo, muchas veces había visto que el alivio y las curaciones solamente Dios los da. Así que me decidí: Iré a buscar de Dios, en Quien tengo puesta mi fe, la salvación de la muerte. Estuve parada bajo el umbral y me fui a casa.
El tiempo pasaba, yo me acordaba de las oraciones, de mi enfermedad, sin embargo, al no sentir dolor, no hacía ningún esfuerzo especial en las oraciones. Pero a finales de 2003, comencé a sentir dolor. En enero de 2004, mi corazón se llenó de ansiedad, ya que el tumor había crecido considerablemente y me dolía mucho, sentía que me tiraba, como un absceso. Entonces empecé a orar a Dios con más diligencia. Llegó la hora cuando ya no podía dormir, no podía encontrar una posición cómoda, en la que no sintiera ningún dolor. El tumor durante este período aumentó hasta el tamaño de un huevo de gallina. No dejé de pensar, “¿Qué pasará después?” Yo, sabía de que si se abría la herida, eso sería mortal. Y de hecho, comencé a sentir la llegada de algo terrible. Tenía la sensación de que el tumor ya mismo se reventaría hacia afuera como un forúnculo. De duelo, ayuné durante una semana. Después de un tiempo volví a hacer ayuno una semana más, diariamente hasta 18 horas no comía ni bebía nada. Aunque no sentía alivio alguno, sin embargo la fe en la curación se había fortalecido. Superando los agudos dolores, yo creía que Dios podía curarme.
El día 3 de marzo de 2004 lo recordaré toda mi vida. Al final de la reunión, el ministro de la Iglesia de Kovel propuso orar por los enfermos. Me arrodillé, rogando por la ayuda de Dios. Durante la oración de la parte del ministro vino a mí el Poder de Dios, voló como una flecha dirigida directamente donde estaba el tumor. Sentí un contacto suave, después del cual el dolor desapareció de inmediato. Esto ocurrió en el preciso momento en que el ministro oraba por la curación de los tumores y las excrecencias en el cuerpo. Esa oración la oímos todos.
Yo, volví a casa y arranque la hoja del calendario para acordarme de este día. ¡Del 3 de marzo de 2004 a mayo de ese mismo año, el tumor había desaparecido por completo! ¡Gloria a Dios! Él escucha las oraciones de Su pueblo! Él escuchó la oración de Su ministro escogido e hizo aparecer la señal – la curacion instantánea! Quiero decir con las palabras del Evangelio: “Jesús el Cristo es El Mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8). En nuestros días, al igual que durante el tiempo de los Apóstoles, se cumple la palabra del profeta Isaías, que dice: “Él tomó sobre Sí nuestras enfermedades y cargó con nuestras dolencias” (Mateo 8:17).
¡En el nombre de Jesús Cristo, gloria al Gran Dios Santo Todopoderoso Que hace milagros en Su pueblo! ¡Amén!
Vera Savluk
Kovel, Ucrania
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