La curación de Valentina Arkatova
Yo vivo en la ciudad de Novomoskovsk, del óblast de Tula. Nuestras regiones están altamente contaminadas por la radiación. Mi madre y mi hermano murieron de cáncer. A mi me esperaba el mismo destino, pero Dios milagrosamente cambió todo. Brevemente contaré algunos de los episodios de mi vida, que tienen relación directa con la curación.
En 1991 empecé a asistir a las reuniones de una sociedad de cristianos, pero yo no estaba del todo de acuerdo con ellos con respecto a los Dones Espirituales. Dios despertó mi corazón hacia el hecho de que todos debemos ser bautizados con el Espíritu Santo, teniendo EL DON DE HABLAR EN OTRAS LENGUAS и иметь LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO, como está escrito en el Evangelio. Eso es lo que dije en voz alta, pero a ellos eso no les gustó. Y cuando Dios me bautizó con el Espíritu Santo, donándome EL DON DE HABLAR EN OTRAS LENGUAS, ellos, por votación (cinco abstenciones) me excluyeron de la sociedad.
Ahora, me alegro de que el Señor me haya llevado de esa manera a la Iglesia de Kovel, hacia Su pueblo. Aquí Dios abrió SU CAMINO – EL CAMINO DE PAZ DE AMOR, EL CAMINO HACIA LA SALVACIÓN y de mi alma, y también me salvó de una muerte física inminente. Leyendo la Biblia, me di cuenta de que las señales que se revelan en nuestra Iglesia, son una confirmación directa de que hemos creído correctamente. Es por eso, que la fe que Dios nos ha dado, va acompañada de muchas señales, que se siguen unas tras otras, exactamente como está escrito en el Evangelio: “Y les dijo (Jesús): Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura (a toda la gente). El que cree y es bautizado, será salvo; pero el que no cree, será condenado. Estas señales acompañarán a los que creen: En Mi nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les dañará; sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán. Y el Señor, después de hablar con ellos, subió al cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Y ellos salieron y predicaron en todas partes, y el Señor los ayudaba y confirmaba la palabra con las señales que la acompañaban. Amén” (Marcos 16:15-20).
Quiero contar detalladamente cómo Dios hizo un gran milagro, me curó de una enfermedad mortal. A finales del verano de 2004 comenzaron a preocuparme los síntomas molestos: debilidad, la temperatura elevada, escalofríos, fatiga, cansancio, debilidad. Así, pasaron más de dos meses. Mi salud estaba empeorando. La cabeza me dolía todos los días, la temperatura corporal se mantenía en 39ºC o más, sentía escalofríos. El dolor se hizo tan intenso que no podía ni tocarme la cabeza, como si todas las raíces del cabello estuvieran inflamadas. Tenía una tos atormentadora permanente con expectoración abundante que no me daba tranquilidad ni de día ni de noche. Me dolían los huesos en la zona lumbar de la columna vertebral y los riñones. Estaba débil y no podía valerme por mí mismo, por eso para ayudarme siempre estaba conmigo una hermana en Cristo. Ella me hospedó en su casa, fue muy diligente y sinceramente se preocupaba por mí. Que el Señor le recompense con Su gracia, porque yo no tengo nada con que poder agradecerselo.
El médico de distrito del hospital municipal de Kovel me envió para un examen médico, me designó un tratamiento que no dio ningún efecto. Yo estaba cada vez peor, a los síntomas ya mencionados, se sumaron: Falta de aire, palidez de la piel, edemas en la cara y en las piernas (pies, espinillas).
En noviembre de 2004 me dirigí a los médicos del hospital ferroviario de la estación de Kovel. Después de hacerme un seguimiento y examinarme, me enviaron al dispensario oncológico de la ciudad de Lutsk. En base a los resultados me diagnosticaron: Mieloma múltiple grado III, anemia hipocrómica secundaria – grado severo, nefroangiosclerosis, hipertensión secundaria grado II.
El mieloma múltiple es un cáncer de los glóbulos blancos conocidos como células plasmáticas que afecta a la médula ósea, el sistema formador de sangre del organismo. Las células plasmáticas se tornan anormales y se multiplican rápidamente. Se produce astenia, alteraciones del estado general, fracturas óseas patológicas, osteoporosis fiebre, infecciones pulmonares y urinarias, digestivos y hemorrágicos y, frecuentemente, anemia e insuficiencia renal. La insuficiencia renal es una complicación frecuente causada por exceso de calcio en la sangre que resulta de la destrucción de los huesos. A medida que las células del mieloma múltiple crecen y se expanden en la médula ósea, causan dolor y destrucción de los huesos. Si se afectan los huesos de la columna, puede haber compresión de los nervios causando entumecimiento o paralisis. El mieloma múltiple se extiende para involucrar virtualmente toda la médula del hueso (especialmente en la espina dorsal, el cráneo, la pelvis, las costillas, las áreas alrededor de los hombros y de las caderas) que eventualmente produce la muerte ("Enciclopedia Médica").
La nefroangiosclerosis es una enfermedad renal cronica.
Al conocer el diagnóstico me negué al tratamiento que me designaron, porque no creía que me ayudaría, ya que mi hermano, a pesar de que fue atendido en el hospital, en estado muy grave murió de cáncer. También me negué a que me hicieron una punción de la médula ósea, ya que acordé de que a mi madre le hicieron la punción de ese tipo en Moscú y murió al poco tiempo. En diciembre de 2004, mi estado empeoró de forma grave: Presentaba palidez severa, somnolencia, debilidad, tos con flema, dolor de la caja torácica, dificultad respiratoria, la temperatura de 39-39.8ºC. Yo me mantenía siempre en la cama. Se me hinchó la cara, era difícil masticar, con las mandíbulas enfermas. Las piernas se me hincharon y dolían tanto que no podía ponerme las zapatillas y los calcetines debían de ser suaves para evitar que apretaran la piel de los pies. Debido al dolor de mi cuerpo no me podían ni tocar. En las zonas de los ganglios linfáticos, y en las piernas, desde los pies hasta la rodilla, la piel se estaba muriendo y se me caía, como aserrín fino. Este proceso no se podía detener.
Al regresar del dispensario oncológico de la ciudad de Lutsk, inmediatamente me ocupe de la ropa por si me moría. Pero el ministro de la Iglesia de Kovel habiendo venido a verme, me dijo que dispusiera mi corazón hacia la curación, a través de la que Dios se glorifica. Yo no lo creía.
El tiempo pasaba, y yo, en mí incredulidad, estaba impidiendo la curación, hasta que en la reunión de la Iglesia de Kovel oraron por mí, para que Dios aumentará mi fe. Aquí mismo, en mi corazón ocurrió un cambio, me pareció despertar de un sueño y me sentí aterrorizada ya que en los últimos seis meses no había asistido a las reuniones. Sentí que quería vivir, asistir a las reuniones de los creyentes y creí en la posibilidad de mi curación. Y, a pesar de que no había alcanzado a hablar a nadie acerca de esto, para mi gran sorpresa, el 23 de abril vinieron a verme los creyentes de la Iglesia de Kovel. Les pedí que oraran por mi curación. Durante la oración, DIOS DIJÓ a través del ministro de la Iglesia, que me curaría. ¡Fue LA PALABRA DE DIOS que hizo el milagro. En el momento, en que se dijo la Palabra, apareció el Poder Curativo de Dios, que me llenó con tanta fuerza, que las enfermedades me abandonaron¡ La temperatura del cuerpo que oscilaba entre 39 y 39,8°C desde hacía más de seis meses, se normalizó. La tos se detuvo, sentí fuerzas y renovación en el cuerpo. Después de esa noche, y ya sin ninguna ayuda, me vestí y me fui a la reunión. Yo misma, subí al umbral y entre al salón, donde había una reunión de los creyentes, y salí de allí junto con todos después del final del servicio de Dios. Los que me vieron, dijeron que mis ojos no eran los de ayer, apagados, que no podían mirar a la luz, sino que eran nuevos y llenos de alegría.
El martes, dos días después de la curación, me fui a la pradera y recogí verduras. De regreso, me encontré con Nadia, una hermana creyente. Ella estaba muy sorprendida de verme paseando, y se alegró por mi curación.
El sábado sin la ayuda de nadie, lavé el piso de la casa, ordené mi ropa y la cama, tomé un baño caliente. Por la gracia de Dios, la muerte salió de la casa donde yo estaba.
Poco tiempo después de la curación, he descubierto que puedo ponerme libremente en cuclillas muchas veces y levantarse con facilidad, incluso con los brazos extendidos hacia adelante.
Estoy feliz y porque Dios me ha curado ante los ojos de muchos testigos que ahora se regocijan conmigo.
¡Gloria por todo al Gran Santo Dios el Padre y al Hijo y al Espíritu Santo! ¡Amén!
Valentina Arkatova
Novomoskovsk, Rusia
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